Analizamos el foco que Europa está poniendo en la resiliencia, destacando las perspectivas para asegurar las cadenas de suministro y estimular la innovación.

Los inversores en el sector inmobiliario europeo podrían estar a punto de conseguir lo que tanto tiempo llevan esperando: un motivo para volver a ilusionarse. Tras décadas de rápida globalización y creciente dependencia del comercio mundial, la estrategia económica europea ha iniciado un cambio significativo hacia la resiliencia y una mayor autonomía. Esta tendencia abrirá nuevas oportunidades de inversión en el sector inmobiliario industrial a una escala que podría rivalizar con el comercio electrónico por su impacto sísmico.
El mundo está cambiando. Una serie de conmociones mundiales -como la pandemia de Covid-19, las perturbaciones de la cadena de suministro, conflictos geopolíticos como la guerra de Ucrania y el aumento de las tensiones entre las grandes potencias- se han combinado para poner de manifiesto las vulnerabilidades inherentes a las cadenas de valor europeas, altamente globalizadas. Existe un consenso cada vez mayor sobre la necesidad de reindustrializar Europa para garantizar la resistencia económica e insuflar nueva vida a la economía.
Tras los grandes cambios en la política industrial de la UE en 2022, cada vez hay más pruebas de que esto ya está ocurriendo. La proporción de empresas que invierten en nearshoring ha pasado del 42 % en 2024 al 56 % en 2025, según una encuesta reciente de Capgemini [1]. Microsoft, Volvo, Sanofi, GSK, Novo Nordisk, Nestlé, Rheinmetall y muchas otras han anunciado importantes inversiones para ampliar la capacidad de producción en Europa de cara a 2025.
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