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Viernes, 19 de Abril de 2024

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Guía para el inversor novato: 10 consejos para evitar los errores más comunes

En tiempos de inflación, invertir es la alternativa para no empobrecerse, pero nunca hay que destinar dinero que se necesite a corto plazo y es recomendable diversificar y definir una estrategia, entre otras cosas

Guía para el inversor novato: 10 consejos para evitar los errores más comunes

Para quienes se inician en el universo de la inversión, lo primero que hay que saber es que invertir no es tarea fácil, pero tampoco es una actividad reservada solo para economistas o personas con mucho dinero.  Se puede invertir desde un solo euro para tratar de rentabilizar el capital, más en tiempos de inflación. Con la inflación disparada, el dinero pierde rápidamente poder adquisitivo. Como señala Rafael Juan y Seva, presidente de Finletic, "ahorrar es renunciar en el presente a una cantidad de dinero para poder disponer de ella en un futuro. Sin embargo, el dinero guardado no crece".

Eso sí, si se decide dar el paso, no está de más que el inversor novato tenga en cuenta una serie de consejos básicos para no caer en los errores más comunes. Según los expertos, se pueden adquirir ciertos conocimientos estando informado y poco a poco con la experiencia.

1. Invertir para no perder poder adquisitivo: "Invertir, implica destinar el dinero ahorrado a la compra de activos, con el objetivo de obtener una rentabilidad a futuro, en muchos casos incierta", señala Rafael Juan y Seva. Sin embargo, la inflación es el enemigo silencioso de los ahorradores. Por ejemplo, en caso de tener 100 euros y asumiendo que cada año hay un 2% de inflación, de esos 100 euros solo se podrá comprar lo equivalente a 98 unidades. Es decir, aun manteniendo las 100 unidades, con el paso del tiempo, el poder de compra irá disminuyendo. La única alternativa, para no empobrecerse con el tiempo, es invertir el dinero ahorrado.

2. Diversificar (no tener todos los huevos en la misma cesta): Invertir es, en última instancia, es gestionar riesgos. Es importante diversificar (países, sectores, clases de activos, divisas...). La manera de protegerse ante riesgos de perdida permanente de dinero es repartir las inversiones de manera poco correlacionada. "Hay que priorizar la gestión de riesgos frente a la potencial rentabilidad", asevera Rafael Juan y Seva.

En ocasiones, al querer maximizar la rentabilidad, se puede caer en riesgos no previstos y perder una parte significativa de la inversión. Cuando se invierte, existen dos tipos de riesgos estructurales: primero, que se pase una gran inversión, y segundo, hacer una mala inversión, que pueda hacer perder todo el dinero. Hay que evitar la segunda. Al comenzar a invertir, es recomendable que la mayor parte de las inversiones sean liquidas, para tener margen de maniobra si se necesita tesorería, ante eventos no planificados.

3. Tener claros los objetivos: El patrimonio es un medio para alcanzar un fin, por tanto, debe estar al servicio de los objetivos del inversor, y no a la inversa. Es mucho más importante saber qué se quiere conseguir, que buscar un conjunto de “buenas” inversiones para ganar mucho. Cuando se puede ganar mucho, se puede perder mucho. Por tanto, no siempre maximizar la rentabilidad es el principal objetivo.

Es fundamental comenzar reflexionando sobre los objetivos y las necesidades a satisfacer, pues los inversores pueden tener multitud de objetivos: Comprar vivienda, imprevistos, pagar universidad, jubilación, filantropía, etc. En función de los objetivos a satisfacer, habrá que definir objetivos concretos en cada caso. Esto ayudará a descomponer un “problema grande” (nuestra vida) en pequeños “problemas” más sencillos (objetivos concretos).

4. Definir el horizonte temporal: Una vez definidos los objetivos, se traducirán a parámetros de inversión. No es lo mismo invertir a corto que a largo plazo. Por ejemplo, invertir para mantener el nivel de vida se enmarcaría en un objetivo a corto plazo (12-18 meses), donde prima preservar el valor nominal. Se antepone la disponibilidad sobre cualquier cosa. Si lo que se quiere es financiar un proyecto profesional, la cartera de inversión encuadra mejora en el medio plazo (18 meses-5 años), con el objetivo de mantener la capacidad de compra. Si lo que se busca es, por ejemplo, la transmisión patrimonial intergeneracional, entonces la inversión debe ser a largo, cuyo objetivo es el crecimiento por encima de la inflación, gastos e impuestos, y una rentabilidad adicional.

5. Elegir la estrategia: Para el inversor que empieza, la manera más sencilla, es a través de las inversiones financieras. Cotizan en mercados organizados y ofrecen exposición a cualquier empresa del mundo o a emisiones de deuda. Los vehículos más conocidos son los fondos de inversión, que facilitan el acceso a las diferentes clases de activos (monetarios, renta fija, renta variable) de manera profesional, regulada y costes razonables.

Existen multitud de fondos de cada clase de activo, pudiendo invertir desde 10 euros, frente a las mayores inversiones necesarias para acceder a inmuebles o empresas. Además, permiten diferir el pago del impuesto, hasta que se decida vender, y ponderando la gestión de riesgos, es más sencillo diversificar, que con la compra directa de acciones y bonos.

La elección de la estrategia final dependerá de los objetivos a cubrir: importes, conocimientos y capacidades del inversor, pero, independientemente de ello, la inversión a través de una política de inversión, y gestionando riesgos, no solo evitará ir empobreciéndose con el paso del tiempo, sino que permitirá ir incrementando el patrimonio.

6. No sobreinvertir ni sobrenegociar: El primer fundamento de la inversión bursátil pasa por invertir solo el capital que no se necesita, ya que es posible perder toda la inversión en el peor de los casos. Solo hay que invertir el dinero que no sea esencial a corto. Además, según apuntan desde BBVA, entrar y salir demasiadas veces del mercado aumenta el coste de las operaciones e implica pérdidas si se tienen en cuenta los gastos asociados a la operativa bursátil, como las comisiones.

7. Cortar las pérdidas: La teoría dice que hay que dejar correr las ganancias y cortar las pérdidas. Es decir, aguantar al máximo el momento de vender cuando la acción sube, pero hacerlo más o menos rápido cuando su precio cae. Sin embargo, la mayoría de personas actúa de forma contraria. Lo primero que se debe determinar en una operación son las minusvalías que uno está dispuesto a asumir.

8. No dejarse llevar por las emociones: Es probable que a lo largo del tiempo la cartera de inversión baje en algún momento, pero en estos casos se deben controlar las decisiones impulsivas y centrarse en la estrategia.

9. Huir de los rumores: Es muy habitual que los inversores noveles busquen consejo de los más experimentados a través de foros y otros medios. Y aquí llega el error más común, fiarse de información dudosa u operar en base a rumores. Aprender a diferenciar las fuentes de información fiable de las que no lo son, es quizás la tarea más complicada, pero también la más importante si se quiere hacer caso a las voces que rodean el mercado. Lo mismo se puede decir de los analistas y sus recomendaciones. No todos se adaptarán a la estrategia concreta del inversor, y por lo tanto, no todos serán válidos para su operativa, explican en la web de BBVA.

10. Descubrir nuevas opciones y alternativas: Frente a las tradicionales opciones de invertir en productos recomendados por los propios bancos a través de sus brókeres han nacido otras alternativas, como los brókeres online y los robo advisors. Desde el portal financiero HelpMyCash explican que los brókers online son entidades que funcionan como intermediarios en el mundo de la inversión. "Con ellos se puede invertir en fondos de inversión, en acciones o también en otros productos. Las comisiones son generalmente bajas e, incluso, algunos brókeres low cost permiten operar sin comisiones de compraventa", aseguran. Por su parte, los robo advisors o gestores automatizados de inversión son entidades que automatizan algunos procesos y que ofrecen al cliente una selección de carteras adaptadas a su perfil y a su tolerancia al riesgo. Funcionan con un sistema informático configurado en base a los conocimientos, estrategia y experiencia de un equipo de expertos en inversión.

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