La semana central de noviembre posiblemente la recordemos en el futuro, como la semana que nos dejó un giro de 180 grados, para volver a recuperar la normalidad de nuestras vidas.

La confirmación de Biden como nuevo presidente de los EEUU y el anuncio de Pfizer sobre la vacuna, sin duda en un cambio de rumbo en la lucha contra la pandemia, la estabilidad mundial y la recuperación económica. Posiblemente estemos asistiendo al comienzo de la cuenta atrás, en la que el destino nos llevará a titulares y noticias en prensa, que hablen del fin del coronavirus, la recuperación de la economías y los ciudadanos disfrutando de la libertad de movimiento en sus vidas.

Cuando eso suceda, que sucederá en los próximos años, sin ninguna duda, los miedos habrán quedado atrás, y los supervivientes, tanto desde el punto de vista físico como económico, serán más resilientes y la sociedad habrá aprendido mucho, para las siguientes pandemias que aparezcan.

El anuncio de la efectividad de la vacuna de Pfizer es más importante por la certeza de que existe vacuna, que por su 90%, dado que este dato no es muy relevante, si nos atenemos al número tan pequeño de pruebas que se han hecho. La esperanzadora noticia es que hay vacuna contra el coronavirus, algo sobre lo que hasta ahora no se tenía la certeza, y tal vez nos podíamos encontrar que al igual que la malaria o el sida, no tuviesen vacuna. En el hipotético escenario de que no hubiese vacuna, el sombrío panorama para el futuro, sería realmente duro, para una sociedad que está al límite de sus fuerzas.

Por tanto, lo que han festejado los mercados financieros esta semana, con máximos de las últimas dos décadas para el selectivo Ibex 35 y buena parte de los índices europeos, es que hay vacuna y que ello implica que realmente habrá fecha en el calendario para llegar a la normalidad tan deseada.

Desafortunadamente no todos van a llegar. Sólo los más fuertes, los más inteligentes y los mejor preparados. La situación ideal sería llegar sin haber sufrido importantes daños ni económicos ni físicos, pero si hemos sufrido alguno, la importante será llegar vivos y con capacidad para seguir disfrutando de nuestras vidas. En el mundo de los negocios, si se han perdido, lo importante será que no se hayan llevado por delante al patrimonio de la familia, dado que siempre se puede volver a iniciar otro proyecto empresarial, con la experiencia pasada aprovechando las nuevas oportunidades que están surgiendo.

El cambio de paradigma en todos los ámbitos económicos, abre la puerta a numerosas oportunidades. Por supuestos que dichas oportunidades no nos van a perseguir, ni en la parte financiera ni en la empresarial. Somos nosotros los que tenemos que esta muy atentos para descubrirlas, cazarlas al vuelo y ponernos a trabajar en ellas.

Para conseguirlo, el victimismo no debe tener cabida en los pensamientos, como tampoco el derrotismo, el desánimo o la tristeza. La esperanza, el ánimo y la ilusión, son las grandes aliadas, con la ventaja de que dependen única y exclusivamente de nuestra voluntad. No de nuestro patrimonio, de nuestros talentos o de nuestra experiencia, sólo de nuestra voluntad. Lo que nos iguala a todos para poder avanzar y progresar en el nuevo entorno que abre ante nosotros.

Como en toda lucha, las heridas y cicatrices son inevitables, lo importante es lo que hemos aprendido, preguntándonos que debemos cambiar o mantener en nuestra forma de gestionar la vida y los patrimonios, que son la base sobre las que se construye nuestra existencia.

La cuenta atrás ha comenzado, no perdamos tiempo, mejoremos nuestra educación económica y financiera, nuestros hábitos de vida saludables, tanto en lo personal como en lo espiritual, nuestros conocimientos sobre lo que es importante en nuestras vidas y en la relación con las personas que tenemos a nuestro alrededor.

Parece que las máquinas están tomando en control del mundo, pero eso no es así, y menos, para los que no olvidan que son los seres humanos los que con su espíritu emprendedor y sus valores de honestidad, esfuerzo y responsabilidad, mejoran en entorno en el que nacen.