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Viernes, 29 de Marzo de 2024

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Cotizaciones

Las siete diferencias entre un fondo indexado y un ETF

La gestión pasiva le está comiendo terreno a la gestión activa en Europa. Y lo está haciendo a través de los fondos indexados y los ETF, cuya presencia en las carteras ha aumentado significativamente en los últimos años.

Las siete diferencias entre un fondo indexado y un ETF

Aunque en Europa el peso de los fondos indexados es mayor que el que representan los cotizados, en España el fenómeno de la gestión pasiva se está canalizando a través de los ETF. Actualmente se calcula que hay algo más de 20.000 millones en fondos cotizados y aproximadamente 2.000 en fondos indexados, según datos del Barómetro que cada mes publica Funds People. A pesar de que aparentemente ambos productos podrían parecer equivalentes, en realidad no lo son. Presentan diferencias muy significativas de las que los inversores no siempre son conscientes, lo cual les lleva a equivocarse a la hora de elegir el vehículo más apropiado para cada ocasión.

1. En primer lugar, los fondos indexados tienden a tener un TER menor y un mayor coste de compraventa para el inversor que los ETF, que cuentan con un TER mayor y un menor coste de entrada y salida. Este menor coste de compra-venta de los fondos cotizados radica en el hecho de que cotizan en el mercado secundario, pudiéndose intercambiar participaciones existentes del ETF con diferenciales menores que los del subyacente, dado que el coste de creación de las unidades que componen el vehículo se ha ido diluyendo.

2. Adicionalmente, existe una comunidad de creadores de mercado que cotizan los ETF y que tienen un inventario que pueden poner a disposición de los inversores con un coste más reducido que el de la cesta de acciones o bonos subyacentes. En el proceso de compra-venta, en el caso de los ETF el inversor interactúa con los bróker, mientras que en los fondos indexados lo hace con la gestora, lo cual supone una segunda distinción. Esta es la segunda gran diferencia.

3. Siguiendo con la estructura del producto, la tercera gran diferencia es que los fondos indexados, al igual que los fondos tradicionales, cuentan con clases. Generalmente, los ETF no las tienen, aunque algunos proveedores están empezando a ofrecer diferentes clases para los fondos cotizados. Esto contribuye a la liquidez, lo cual favorece la reducción de diferenciales, el incremento en la negociación en el mercado secundario, y por tanto, redunda en beneficio del partícipe. Es una tendencia de la industria. Con respecto a la liquidez, cabe recordar que el ETF opera intradiariamente, mientras que el fondo indexado tiene un valor liquidativo diario, un único precio y una hora de corte, como cualquier fondo de inversión tradicional.

4. La cuarta diferencia clara en la estructura es que en los ETF no hay retrocesiones, mientras que en el fondo indexado puede haberlas.

5. Los importes mínimos contratables es la quinta gran diferencia entre ambos vehículos. Con los ETF el inversor puede operar desde una participación, si bien en el caso de los fondos indexados existen volúmenes mínimos contratables.

6. En lo que respecta a la exposición subyacente también hay aspectos distintivos entre ambas tipologías de productos. En general, los ETF ofrecen una mayor capilaridad que los fondos indexados, diseñados para posiciones estratégicas sobre índices más genéricos. En renta fija, por ejemplo, resulta infrecuente ver fondos indexados para un tramo específico de la curva, mientras que en el caso de los ETF esto es algo habitual.

7. La transparencia en los subyacentes es la última gran diferencia. El ETF permite al inversor tener acceso a la cartera diariamente, mientras que con los fondos indexados suele ser mensual. No obstante, dado que los indexados, al igual que los ETF, pueden ser de réplica física total, los inversores ya saben de antemano que la configuración de la cartera es la misma que la del índice. Eso no significa que la rentabilidad final que vayan a ofrecer ambos productos sea la misma. Si se analiza la cartera de un ETF sobre el S&P 500 y un fondo indexado sobre el mismo índice se observa que ambas son prácticamente iguales, aunque a la hora de gestionarlas hay matices que hace que puedan existir diferencias que afecten al retorno.

¿Cómo elegir el producto más apropiado?

Estas diferencias entre ambos productos hace que el inversor tenga que realizar un esfuerzo importante a la hora de identificar qué vehículo se adapta mejor a sus necesidades. Lo más importante es el coste total de posesión y los factores que lo determinan. Según Aitor Jauregui, responsable de Desarrollo de Negocio de BlackRock para Iberia (firma que comercializa ambos productos), para hacerlo la clave está en dos factores: el importe de la orden y el horizonte temporal. “Es fundamental analizar el coste total de posesión antes de realizar la inversión. Para una exposición estructural a largo plazo el fondo indexado puede resultar más eficiente, mientras que para posiciones tácticas u operaciones intradía puede ser más apropiado el ETF”.

Es una conclusión a la que se llega tras un pormenorizado estudio de varios factores: el coste que supone operar, cuánto ingresa el vehículo por préstamos de títulos, cuál de ellos tiene un tratamiento fiscal más favorable en el cobro de dividendos…

“Lo primero que tiene que hacer el inversor que se decante por la gestión pasiva es saber cuál es el índice que quiere replicar. En el caso de que disponga de ambos productos, el siguiente paso es fijarse en cuáles son las limitaciones regulatorias de cada uno (fiscalidad, es o no un vehículo UCITS, está o no registrado en la CNMV…), con el objetivo de elegir aquel que mejor se adapte a su política de inversión. Si ambos fuesen aptos, sería el momento de prestar atención a las restricciones operativas (precio interno de tener que operar en secundario o en NAV, la liquidez de cada uno…). Una vez pasada esa barrera, el inversor debería centrarse en qué vehículo replica mejor el índice (análisis del tracking error, tracking difference, costes de entrada y salida, cuál ingresa más por el préstamo de títulos, cuál retiene menos en el cobro de dividendos…)”, explica.

Haciendo la suma del coste y los ingresos que genera el producto por cada concepto podrá determinar qué vehículo le resulta más conveniente en cada momento.

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